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**Cuando Sueltas, Todo Llega**

Actualizado: 19 mar

A veces, la vida nos pone a prueba de formas que jamás imaginamos.


Nos enfrenta a personas y situaciones que parecen arrancarnos lo que creemos merecer. Nos sacude, nos rompe y nos obliga a mirarnos en el espejo de nuestras propias heridas. Y en ese momento, cuando el dolor se hace insoportable, cuando sentimos que el pecho se oprime y el aire se vuelve escaso, es cuando realmente comenzamos a vernos.


Hubo un tiempo en el que necesitaba reconocimiento. Anhelaba que el exterior validara mi esfuerzo, mis acciones, mi existencia. Me repetía a mí misma que me lo merecía, que ya era hora de recibir lo que había dado. Pero el universo es sabio y no entrega desde la exigencia, sino desde la armonía. Lo que buscas con desesperación se aleja, lo que sueltas con confianza, llega.


Fue un maestro el que me mostró mis propias sombras. Sin palabras dulces ni caricias de consuelo, su presencia fue el espejo que me obligó a ver lo que no quería reconocer: que actuaba desde la fuerza, no desde el poder. Que el amor propio que creía tener era solo una coraza que escondía miedo, inseguridad y necesidad de aprobación. Que mis heridas de infancia seguían vivas en cada expectativa no cumplida, en cada deseo de ser vista, reconocida, valorada.


Me resistí, claro que sí. Como nos resistimos todos cuando la vida nos confronta. Pasé por la tristeza, el resentimiento, el autoboicot. Pero algo en mí decidió dejar de huir. Y ahí comenzó el verdadero cambio.


La respiración consciente fue mi ancla en la tormenta. Me permitió soltar el peso del pasado, liberar la opresión en mi pecho, aprender a navegar en la incertidumbre sin hundirme en ella. Y poco a poco, solté. Dejé de esperar, dejé de exigir, dejé de buscar afuera lo que solo podía construir dentro de mí.


Y entonces, cuando ya no lo necesitaba, cuando me sentía completa sin nada más que mi propia compañía, el universo me sorprendió. Sin pedirlo, sin esperarlo, las palabras de reconocimiento llegaron. No desde la carencia, sino desde la abundancia. No como una recompensa, sino como un reflejo de lo que ya habitaba en mí.


Hoy, desde la neutralidad, desde la certeza de que la vida se mueve en ciclos perfectos, puedo decirte que todo llega. Pero no cuando lo exiges, no cuando lo persigues, sino cuando lo sueltas con confianza. Cuando ya no lo necesitas para sentirte bien, sino que simplemente te permites SER.


Así que si hoy sientes que das y no recibes, que la vida parece no devolverte lo que entregas, CONFÍA. No se trata de merecer, sino de vibrar en sintonía con aquello que deseas. Y cuando ya no sea una necesidad, cuando lo vivas desde la plenitud y no desde la carencia, llegará.

Siempre llega.


Gracias, universo. Gracias a la vida. Gracias a mí. Y gracias a ti, que me lees y formas parte de esta energía de transformación.


Recuerda: Siente la Coherencia @merycoaching






 
 
 

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